miércoles, 10 de junio de 2009

Los Winkies

Los Winkies se me aparecieron por primera vez a los seis años la noche anterior a mi primer día de clases.
Supongo que esperaban ansiosos bajo la cama el momento para atacarme. Fueron unos veinte. Se subieron por los barrales de la cama tan rápido que no pude salir corriendo. Me hice un bollo y me metí bajo las sábanas.
Igual, ensombrecida por el terror, podía escuchar sus gritos y sentir sus saltos sobre mi cuerpo.
Esa noche no dormí. Tuve miedo. Tengo miedo.

Tres días más tarde, mi madre había emprendido lo que yo llamo "Tour galénico infinito" con una hija poseída a cuestas.
Una semana de clases en primer grado, y en mi lunchera, un envase de rollo fotográfico con Ritalina y Clonazepam, acompañaba mi sandwichitos de miga.

Así empiezo a escribir en el cuadernito que me compró la tía Estela

"Estoy preocupada tía, no sabés lo que me pasó. Justo a mí con esas cosas, como para que no me agarren esas locuras que no entendés...tía...anoche...anoche....estaba sentada en la mesa del patio y de repente pude verlo, como un loco huyendo de algo, a Federico Klem saltando por ensima de las medianeras de la cuadra...¿qué hago tía? me dio como una sensación rara...".

"Tía!!!!!!!!!!".

-"Sí nena. Mirá vos...así que Fede Klem en el patio...bueno, bueno, andá viendo la posibilidad de escribir estas cosas que te pasan en el cuadernito ese de la terapia"...